ANALISIS DE LA SITUACIÓN

La presencia de una alta concentración de industrias contaminantes en el Campo de Gibraltar y la peor situación de la salud de su población es, junto al grave deterioro ambiental del territorio, el detonante de que sus habitantes y organizaciones sociales, ecologistas y ciudadanas hayan reclamado estudios epidemiológicos que mejoren el conocimiento de la relación entre ambas. Después de décadas de reclamación, la evidencia científica de esta relación en la zona y a nivel internacional es ya ampliamente aceptada por la comunidad científica internacional.

Sin embargo, el gobierno andaluz ante esta demanda histórica, tras realizar algunos estudios no encuentra esa relación entre el deterioro de la salud y los factores ambientales, afirmando que las causas de dicho deterioro son debidas al mayor consumo de tabaco, los hábitos de vida de los ciudadanos, el bajo nivel cultural, el analfabetismo, el alcohol y el desempleo; que si bien son conocidos factores de riesgo para la salud humana, también lo es la contaminación industrial. De forma sorprendente la Consejería de Salud no considera la contaminación ambiental como otro factor de riesgo y parte contribuyente de la mayor mortalidad de la zona.

El hecho es que los estudios elaborados por la Junta de Andalucía y las tibias conclusiones del dictamen de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), se contradicen con las múltiples investigaciones realizadas por diferentes organismos y universidades que relacionan la contaminación con la pérdida de salud. Existe ya una amplia evidencia científica que constata una relación entre la mortalidad de la población y la contaminación atmosférica. Así, los últimos informes de la OMS reconocen que la contaminación es más dañina para la salud de lo que se creía y que el vínculo entre la exposición al aire contaminado y las enfermedades respiratorias, cardiovasculares, accidentes cerebrovasvulares y el cáncer resultó ser más estrecho. Además, cuantifica en unos 7 de muertes al año atribuidas a la contaminación atmosférica. Datos más recientes indican que en el año 2010, 223.000 muertes por cáncer se han producido a nivel mundial por la contaminación del aire. 

La Agencia Internacional para la Investigación contra Cáncer-IARC, de la OMS, actualizó hace más de un año su clasificación y situó la contaminación atmosférica en el nivel 1, el nivel más alto, sobre el que no cabe duda científica acerca de su relación con el cáncer. Este hecho, de gran trascendencia, se produce por la amplia evidencia científica que relaciona la contaminación atmosférica con el mayor riesgo de enfermedades en general y con el cáncer, en particular; especialmente con el cáncer de pulmón y, con menos evidencia, con el cáncer de vejiga urinaria. En relación con los efectos cancerígenos de la contaminación atmosférica se han recopilado más de 1000 estudios de los 5 continentes. Un total de 24 expertos de 11 países de la IARC se reunieron en Lyon para valorar los efectos cancerígenos de la contaminación atmosférica. Se valoraron múltiples estudios epidemiológicos, experimentales en animales y de laboratorio (in vitro) que coincidían en esta relación con el cáncer. Los estudios epidemiológicos mostraron un incremento del riesgo, especialmente para el cáncer de pulmón, a través de estudios de cohortes y de casos y controles que incluyeron a millones de personas de diferentes zonas del mundo, y un extenso estudio de cohortes de cobertura nacional en Estados Unidos. Muchos de estos estudios ajustaron sus resultados para posibles factores de confusión incluido el consumo de tabaco. Además, el incremento del riesgo de cáncer de pulmón a la exposición al aire contaminado también se observó en estudios realizados solo a no fumadores. El grupo también valoró los efectos celulares, cromosómicos y moleculares de las personas, y animales, expuestos a la polución atmosférica, a través de estudios experimentales. Así como cambios en la expresión de genes que están relacionados con los mecanismos de lesiones y reparaciones del ADN celular. Alteraciones en la respuesta inflamatoria, inmunitaria y al estrés oxidativo, así como alteraciones en la longitud de los telómeros de los cromosomas (que están relacionados con la longevidad y capacidad de reparación celular y protección ante las mutaciones cancerígenas). Así como efectos epigenéticos como la metilación del ADN celular. La contaminación atmosférica produce alteraciones genéticas y daños en el ADN celular que incluye mutaciones, también en estudios experimentales realizados a mamíferos, pájaros y plantas, aunque los efectos de toxicidad en los genes también se han encontrado en celulas humanas y animales en estudios de laboratorio realizados in vitro. Por todo esto, el grupo de expertos concluyen que existe una fuerte evidencia a nivel mundial de que la exposición al aire contaminado se asocia a un incremento de daños genéticos, alteraciones del ADN celular, mutaciones en células somáticas y germinales y alteraciones de la expresión genética, las cuales se asocian al riesgo del incremento de cáncer en humanos.

Mientras tanto, resulta, cuanto menos, llamativa la insistencia de la Consejería de Salud, y el dictamen de la SEE, en eludir un factor de riesgo para la salud tan reconocido en el ámbito científico como es la contaminación atmosférica o la exposición ocupacional a metales pesados e hidrocarburos aromáticos policíclicos, que se da en las industrias petroquímicas de esta zona. También llama la atención que hayan descartado con esa rotundidad la contaminación en el grupo de causas posibles en el deterioro de la salud de su población, sino es porque existen presiones de otro tipo que nada tienen que ver con la realidad que estamos analizando. 

Si bien, existen afirmaciones dentro del documento de la SEE, que concluyen que “es razonable pensar en una contribución de alguna exposición común, como la contaminación atmosférica u otras, al riesgo de morir de la población de El Campo de Gibraltar en las últimas décadas”. Y que una parte de la reducción de la mortalidad en El Campo de Gibraltar se debería, junto con otros cambios mejor estudiados, a la disminución en los niveles de exposición a algunos contaminantes y reconocen que es razonable pensar que la contaminación atmosférica ha contribuido a aumentar el riesgo de morir de esta población en las últimas décadas. También se llega a reconocer que la disminución de la mortalidad en las últimas décadas es una tendencia general en el conjunto del Estado español, y por ello, añadimos nosotras, las desigualdades en salud persisten en la zona.

Que investigaciones aisladas no puedan demostrar una clara relación causa efecto en un problema como el ambiental donde los factores de riesgos actúan de forma sinérgica y con periodos de latencia tan largos, no puede ser una justificación para negar que existen tres problemas en el Campo de Gibraltar:

1) Sus condiciones de mayor pobreza, desempleo y trabajos peligrosos y precarios;

2) Soportar vivir rodeados de una concentración de industrias contaminantes y; 

3) Ser una de las zonas del Estado español con la mayor mortalidad general y prematura por importantes enfermedades, entre ellas el cáncer. Si una población ya sufría en el pasado una situación de pobreza y peor salud, la llegada de estas industrias peligrosas y contaminantes añade nuevos factores de riesgo y no soluciona el problema del desempleo: El Campo de Gibraltar sigue siendo una de las zonas con mayor tasa de desempleo de todo el Estado español (y por tanto de la Unión Europea).